La posibilidad de que Grecia acabe declarándose en suspensión de pagos (posibilidad aún no descartable) ha sido una de las cuestiones que han hecho correr ríos de tinta en los medios informativos durante las últimas semanas. Lo más llamativo es la capacidad, al parecer ilimitada, que tiene esa jauría inhumana a la que conocemos por el nombre de "mercados" no sólo para poner contra las cuerdas a la presa elegida, sino para despedazarla literalmente.
Hace un año y medio los Estados tuvieron que poner en marcha planes de ayuda a los bancos para evitar el desplome del sistema financiero mundial. Ahora son los propios Estados los que tienen graves dificultades para hacer frente a sus deudas y a sus compromisos de gasto. Y esas dificultades han desatado el vendaval especulativo. ¿Qué podría hacerse para contener o hacer fracasar las maniobras especulativas? ¿En qué consisten exactamente tales maniobras que nadie se molesta en explicarnos con detalle?
Soy un absoluto ignorante de los mecanismos que configuran o constituyen lo que suele llamarse la "ingeniería financiera". Y desde esa ignorancia debo confesar el asombro que me produce esa repetida afirmación según la cual "hay miles de especuladores ganando mucho dinero con la crisis fiscal griega". ¿Cómo se puede ganar dinero con unos títulos cuyo valor no para de caer en el mercado? Creo que la respuesta está en un tipo de producto que también se usa mucho en la renta variable y que se llama "contratos de futuro".
Hasta donde yo puedo intuir, el problema consiste en que un inversor/especulador puede firmar un contrato de futuro desembolsando tan sólo una mínima parte (pongamos un 10 por ciento) de la cuantía total de ese contrato. Si el especulador (pongamos un banco) está convencido de que los títulos de la deuda griega van a caer hasta el 50 por ciento de su valor nominal, puede pensar que será un buen negocio comprometerse hoy a entregar dentro de un tiempo títulos valorados al 70 por ciento. Títulos que, evidentemente, no tiene, pero que espera comprar en el mercado por debajo del precio a que se ha comprometido. Su problema (el riesgo especulativo que asume) es que el cálculo no sea acertado y, llegada la hora, los títulos tengan un valor superior al que había estimado. De ahí una frase dicha también en estos días por el Ministro de Economía griego: "Estos tipos (los especuladores) van a perder hasta la camisa". Esposible que esa predicción se cumpla, pero de momento los que pueden perder hasta la camisa son los ciudadanos griegos afectados por el salvaje plan de ajuste que la UE y el FMI le van a exigir a Grecia a cambio de la ayuda.
Y, a pesar de los durísimos sacrificios que se anuncian, sin duda está bien que los demás estados europeos se hayan comprometido con el plan de rescate, pero a lo mejor sería necesario que hicieran también algo contra las maniobras puramente especulativas que se maquinan en los sacrosantos "mercados". Porque esas maniobras tienden a ser las clásicas profecías que se cumplen a sí mismas, como ocurrió hace cosa de 20 años con la crisis del sistema monetario europeo y las devaluaciones que sufrieron la peseta, la lira, la libra esterlina y otras monedas.
Es verdad que Grecia está pagando las culpas por el descontrol de sus finanzas y por las mentiras de sus Gobiernos. Pero no deja de ser absurdo que, en cuestión de días, los títulos de su deuda a corto plazo ( dos años) hayan visto caer su valor de mercado en más de un 75 por ciento. Eso no lo vimos ni con los índices de renta variable en los peores momentos de la tormenta financiera del otoño de 2008. Alguien está intentando pescar en río revuelto y algo habría que hacer contra ese alguien.
Rescate, bancos, fortunas y calcetines
Hace 4 años
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