Como en los viejos poblados del Oeste, el Parlamento, en estos comienzos del período otoñal de sesiones, parece ese lugar donde no hay sitio para el que domina el territorio y para el que forcejea por arrebatárselo. Sentados cara a cara, desde la cabecera del banco azul y desde la cabecera de los escaños de la oposición, Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy se lanzan palabras hirientes, directas a los puntos débiles del adversario.
El que más recurre a los epítetos, como corresponde a su condición de aspirante, es Rajoy. "Como pitoniso no tiene usted precio", le ha dicho esta mañana al Presidente después de recordarle una larga ristra de pronósticos y afirmaciones optimistas que la realidad se ha encargado de desmentir. "Ha demostrado tener una vista de lince", remachaba sarcásticamente el gallego antes de que el leonés se irguiera como un resorte en su escacho para decir con displicencia que, por razones de tiempo y espacio, no entraría "en la vista de lince que tiene usted, señor Rajoy".
La sesión de control, tan madrugadora bajo el mandato de Bono, discurría tranquila hasta el electrizante encontronazo dialéctico de los dos líderes, esta vez a propósito de la industria y de su capacidad para reemplazar a la construcción como el motor del crecimiento económico español. Según Rodríguez Zapatero, nuestro sector industrial se ha fortalecido en los últimos años, y para demostrarlo a echado mano a las cifras de las exportaciones, al aumento de empresas y empleo en el sector de las altas tecnologías. Pero Rajoy, como ya demostró el otro día con ocasión del debate económico, está muy cerca del "váyase, señor Zapatero". "El problema no es la industria, el problema es usted -le ha dicho al Jefe del Gobierno- porque mientras el sector está en recesión, como demuestran el aumento del desempleo y la caída de las ventas de automóviles, usted se dedica a echar la culpa a los de fuera; ya quisiera yo tener una industria como la de Estados Unidos.Y las dificultades crecientes de nuestra industria para conseguir créditos se deben a la falta de confianza en usted, que ha engañado, ha mentido y se ha convertido en una parte muy importante del problema económico que hoy tiene España".
Las palabras volaban de una parte a otra del Hemiciclo como chuzos de punta, pero ZP tampoco es manco y menos aún mudo. "Yo puedo ser un problema para usted, señor Rajoy, pero no para la industria y prefiero la industria española a la de cualquier otro país; y lo que le pido es que, al menos por una vez, diga algo bueno de nuestras empresas, diga algo que ayude a recuperar la confianza". Y en el aire de la cámara quedaba un reto, un desafío, mientras De la Vega y Sáenz de Santa María se preparaban ya para su duelo semanal y Bono advertía sobre la fugacidad del tiempo: "le emplazo a que analicemos los datos sobre exportaciones e importaciones, porque usted tendrá que venir aquí a reconocer que se ha equivocado". Un desafío no sólo incruento, sino además imposible, porque los aburridos datos del déficit comercial no son materia apropiada para los líderes, son cosa de secretarios de estado y portavoces de comisión, como mucho.
Rescate, bancos, fortunas y calcetines
Hace 4 años
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