Qué bonito debe de ser convocar una rueda de prensa y soltar un titular que los amables redactores comparecientes repiten en sus diarios sin hacer ni hacerse demasiadas preguntas. El pasado jueves el Consejo de Ministros aprobó una especie de pacto con las compañías eléctricas según el cual éstas se comprometen a mantener congelados los precios de la electricidad a cinco millones de hogares. ¿De dónde se han sacado esa cifra? Porque a mí no me salen las cuentas. Si la cifra soltada por los portavoces gubernamentales, tan redonda, fuera cierta, tendríamos que aceptar la conclusión de que uno de cada cuatro hogares no verá subir el recibo de la luz en los próximos cuatro años. Demasiado bonito para ser sierto.
En primer lugar, se nos dice que habrá congelación para los que tengan una potencia contratada inferiror a 3 kilovátivos. Pero resulta que las compañías llevan décadas exigiendo que el mínimo contratado sea de 3,3 kilovatios. Es decir, que el número de viviendas que cumplen este requisito es absolutamente residual, probablemente son chabolas o infraviviendas que han sobrevivido de los tiempos en que la electricidad no llegaba a todos los rincones del solar patrio y el suministro era a 125 voltios.
Es cierto que a los hogares anteriores habrá que sumar los pertenecientes a jubilados con pensiones mínimas, los de las familias con todos sus miembros en paro y los de las familias numerosas. Pero ni aún así me creo la cifra de los cinco millones, a no ser que el Ministro Sebastián y las compañías interesadas tengan a bien poner a disposición del público la documentación estadística que lo demuestre. Y para colmo, la congelación no será automática, sino que los posibles interesados tendrán que solicitarlo y demostrar que reúnen los requisitos necesarios. Cuando hayan conseguido completar los papeleos se habrá acabado el plazo previsto sin subidas.
Mucho me temo que con esta medida tan social va a suceder lo mismo que con la Ley de Dependencia: íbamos a levantar el cuarto pilar de un generoso y sólido estado del bienestar -Jesús Caldera dixit- y años después de la publicación de la ley en el BOE la inmensa mayor parte de los posibles beneficiarios ni recibe ayudas ni sabe a quién tiene que dirigirse para obtenerlas.
Lo que sí se ha levantado con sorprendente celeridad son los grandes cartelones (muchos de ellos casi superan en tamaño a las iglesias de los pueblos) que dan cuenta de las obras que van a ejecutarse con cargo al plan del Gobierno para inversiones locales. Menos mal que, al llegar, lo primero que prometieron los chicos de ZP es que se iba a acabar eso de hacer propaganda con cargo al presupuesto público.
Rescate, bancos, fortunas y calcetines
Hace 4 años
5 comentarios:
Y para más INRI el logo tipo de los carteles de las obras, con el "gorro" que han puesto al plan empleo, lo que la gente lee es "PLAÑE", es decir llora. ¡qué cruz!
Y para más INRI, con el "gorro" que han puesto a la E en el logotipo del plan de empleo, en los cartelones´como catedrales, la gente lee PLAÑE: ¡llora! ¡Qué cruz!
Por alguna razón este gobierno tiene cierta fijación eléctrica: recuérdense las bombillas de Sebastián. Me temo, con todo, que no podemos hablar de un gobierno de las luces.
osea, que el gobierno nos miente vilmente....
no os da pena este pais?
no hay político alguno que de muestras de honradez....
Si alguna vez se alcanza en el mundo algo que se le parezca a la justicia social, nunca será por la intermediación de mundo empresarial. Cada mejora que el mundo del trabajo ha alcanzado ha sido producto de su capacidad de lucha para conseguirla o porque los que manejan las finanzas han llegado a la conclusión que la mejora social también revierte en su propio beneficio.
No me puedo creer que las eléctricas estén dispuestas a perder ni un céntimo de euro en beneficio de la colectividad, por eso esta bien eso de que nos lo explique el ministro Sebastian y si puede ser con truco y todo.
Un cordial saludo
M.Sant Macía
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