Como era de esperar, el debate sobre la situación económica que atraviesa España se centró en la anunciada subida de impuestos, una medicina amarga que ZP, atrapado entre la espada y la pared, defendió con coraje. En medio del fuego graneado a que fue sometido desde los bancos de la oposición se aferró a su legitimidad para pedir a los ciudadanos, "a los que pueden", un sacrificio fiscal extra con el fin de atender a lo que él considera el asunto capital de nuestra economía en el momento actual: la protección social y especialmente la ayuda a las personas que han perdido su empleo.
En su intervención inicial el Jefe del Gobierno me dio la impresión de ser un náufrago que busca desesperadamente un tablón al que abrazarse. Y ese tablón vino a dárselo, de forma inesperada, la agencia internacional Moodys, dedicada a la calificación de riesgos financieros, que ha decidido mantener para el Reino de España la triple A, un privilegio del que sólo gozan los más solventes, como Estados Unidos, Francia y Alemania.
Lo peor ha pasado ya, repetía ZP en su esfuerzo denodado por hacernos ver la botella medio llena. Y hasta parecía dispuesto a hacerse trampas en el solitario. Aseguró que desde Abril, a pesar del aumento del paro registrado, la evolución del empleo da síntomas de mejoría; y no tuvo empacho en afirmar que la muy etérea Ley de Economía Sostenible será un revulsivo para la recuperación y la creación de puestos de trabajo. Pero ¿cómo podemos creernos que lo peor ya ha pasado mientras siga creciendo la cifra total de parados? Necesitamos, como mínimo, un crecimiento del 2 por ciento para que no haya destrucción de empleo y a día de hoy en lo que estamos es en una caída del 4,2.
Mariano Rajoy empleó un tono menos descalificativo que en otras ocasiones, pero aún así afirmó que "mientras Rodríguez Zapatero siga gobernando la cosas seguirán yendo a peor". A su juicio, con la subida de impuestos la economía sufrirá un nuevo impacto negativo y lo que está haciendo ahora ZP es "pedirle sacrificios a la gente para pagar los errores que usted ha cometido". En la misma línea argumental se situó el portavoz de CIU, Josep Antoni Durán i Lleida, quien considera que la política presupuestaria "está descontrolada", que el Presidente "no genera ya confianza" porque ha tomado las medidas equivocadas además de no haber sabido prever la que se nos venía encima y de haberse enfrentado con los empresarios, que "son los que crean empleo".
¿Dónde meter la tijera? El debate no arrojó luz alguna en este punto, nadie señaló una partida importante en la que pudieran recortarse los gastos de forma drástica. ZP lo subrayó con contundencia frente a alguna medida de poco momento que le sugería Durán Lleida, como suprimir algún ministerio o reducir aún más la presencia de la Administración Central en las Comunidades Autónomas. Dado el tono menos crispado que en ocasiones precedentes, del debate sí salió al menos un compromiso: el de que Rodríguez Zapatero y Rajoy Brey se reunirán para analizar conjuntamente el estado del gasto público, como dos ajedrecistas que se sientan para analizar las posibles variantes de una partida una vez finalizada ésta.
La variante que no supo o no quiso ver el Gobierno es el boquete tremendo que iba a abrirse por el efecto combinado de la caída de ingresos y el aumento de gastos derivado del incremento del paro. Por ese boquete (10 por ciento del PIB previsto para 2009) se le está yendo la vida al Reino de España y hay que taponarlo como sea. Lo taponaremos, de otras peores que esta hemos salido, como decía el gran Fuentes Quintana. Pero vamos a salir cabreando a mucha gente; y ese cabreo se va a dirigir sobre todo contra uno que tuvo una vez la osadía de decir que "bajar los impuestos es de izquierdas". No es que nuestro hombre sea feo, pero como dice la campechana Esperanza Aguirre, calladito habría estado mucho más guapo.
Rescate, bancos, fortunas y calcetines
Hace 4 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario