Es tradicional (aunque no siempre se cumple) que el Presidente del Gobierno dé el pistoletazo de salida del nuevo curso político con una comparecencia ante los medios de comunicación. Rodríguez Zapatero se ajustó esta vez al guión para celebrar en el Palacio de la Moncloa una rueda de prensa en la que su empeño principal fue enviar un mensaje de confianza y tranquilidad a los ciudadanos (el famoso optimismo antropológico de otros tiempos, ni mencionarlo.) Según el análisis del Presidente, lo peor de la crisis ya ha pasado, aunque seguirán los tiempos duros; las vacunas contra la gripe A estarán a su debido tiempo disponibles para todo el que las necesite; y de la esperada sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán ya hablaremos cuando se produzca.
El mensaje de tranquilidad y confianza buscó también a quienes puedan estar preocupados por la anunciada subida de impuestos y a quienes sientan inquietud por el futuro de las prestaciones sociales. Hubo un momento en que el bronceado ZP dio la sensación de verse a sí mismo como el hombre capaz de completar la cuadratura del círculo: en 2012 recuperaremos un déficit público no superior al 3 por ciento, el objetivo irrenunciable del Gobierno seguirá siendo "la cohesión social, la protección social y el estado del bienestar". Ambas cosas son posibles, según ZP, sin que la presión fiscal española -siete puntos por debajo de la media europea- crezca sustancialmente.
Qué es la presión fiscal, puede que se preguntase algún espectador que viera en directo la rueda de prensa y puede que se lo pregunte algún lector de ZD. La presión fiscal no es otra cosa que la proporción que representan los ingresos del Estado sobre la cuantía total del Producto Interior Bruto. Sumando los ingresos de la Administración Central, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos, esa proporción con toda seguridad está por encima del 40 por ciento, pero a los efectos del debate político la presión fiscal que se toma como referencia es la que ejerce el Estado entendido como administración Central. La cifra total de ingresos (impuestos más cotizaciones sociales) suele situarse alrededor del 35 por ciento del PIB, aunque este año puede que la mencionada presión fiscal esté bajando a consecuencia de la dramática caída en la recaudación, provocada por la contracción económica.
Rodríguez Zapatero ha prometido que seguirá la "moderación fiscal" y que las subidas de impuestos serán limitadas y temporales. Para saber sobre qué figuras tributarias se aplicarán estos incrementos habremos de esperar hasta la presentación del proyecto de Presupuestos, pero ZP adelantó que, en su opinión, los ingresos salariales y de las empresas "deben ser preservados". De modo que bien podríamos encontrarnos con algún retoque en los impuestos especiales (tabaco y carburantes), el IVA y los que gravan las rentas del capital y del ahorro.
¿Puede España mantener un estado del bienestar similar al de nuestros principales socios europeos con una presión fiscal siete puntos por debajo de la media? Según el discurso de ZP, sí. Y no sólo eso, sino que además puede reducir su déficit público (algo así como el 10 por ciento en 2009) al 3 por ciento en 2.012. Hay que tener mucha confianza en el buen pulso del Presidente para creérselo, pero más bien la impresión que tiene uno es que antes o después se impondrá la cruda realidad. Es decir, que iremos a un aplazamiento sine die del ajuste entre los ingresos y gastos de la Administración, ya que recortes en las prestaciones no habrá mientras ZP siga al frente del Ejecutivo. Los milagros son cosas que ocurren muy rara vez, le decía Don Quijote a su escudero. Pero en la España de hoy muchos ciudadanos sí parecen confiar en los milagros, y ahí tenemos a la Bolsa -de la que hablábamos aquí antes de la huida hacia los chiringuitos playeros-marcando máximos anuales una jornada tras otra.
Draghi y el cuento de la lechera
Hace 5 años