sábado, 5 de julio de 2008

LA GENERACIÓN PRECARIA: CUANDO LA VIDA NO ES LO QUE NOS HABÍAN CONTADO

La sede del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Alcalá fue este viernes por la tarde el cálido escenario para la presentación del libro "La Generación Precaria", del que es autora la periodista Marta García Aller. "En sus páginas vi reflejada mi propia vida", dijo una de las integrantes del Consejo para explicar el entusiasmo que le produjo su lectura y las razones que la habían llevado, a ella y a sus compañeras, a ponerse en contacto con la autora para organizar una presentación.
En esta obra, publicada en la editorial Espejo de tinta, García Aller, una periodista treintañera luchando a brazo partido por abrirse un camino en esta dura y apasionante profesión, retrata con mucho talento y aún más ironía las dificultades, los desengaños, las frustraciones y la explotación que sufren los jóvenes españoles actuales, integrantes de lo que alguien ha llamado la "generación más preparada de la historia de España". ¿Y de qué les sirve tanta preparación frente a los contratos basura, frente a las contrataciones como becario que se eternizan de por vida, frente a la imposibilidad de acceder a una vivienda digna? "La beca -dijo uno de los miembros del Consejo que acompañaban a la autora- es un bombón envenenado, que te condena a no alcanzar la mayoría de edad y no alcanzar tampoco ninguna dignidad humana".
Para García Aller, como para Zapatero, no existe la crisis económina -o prácticamente no la ha notado, porque con el sueldo que cobra en una revista económica "siempre he ido muy justita, así que no he notado ningún cambio"-. A su juicio, el gran problema, una de las peores dificultades a que se enfrenta la actual generación de jóvenes, es la vivienda, y ese problema lo condiciona todo. Cuenta en su libro la historia de dos jóvenes arquitectos barceloneses que son pareja y que siguen viviendo de alquiler porque con sus dos precarios sueldos no les da para adquirir una vivienda en propiedad.
El libro está estructurado sobre la base de cinco historias reales de otras tantas personas reales, y se completa con datos estadísticos y reflexiones para configurar el retrato implacable de una sociedad "que no ha cumplido su parte del trato con nosostros", según dijo Marta García Aller. Por ejemplo, se cuenta la historia de un taxista madrileño, con carrera universitaria y varios cursos de máster, que ha terminado preparando unas oposiciones para Correos y "ahora es un cartero mucho menos estresado que cuando lo conocí como taxista". Y aleccionadora es también la historia de Valentina, una estudiante italiana que trabajaba -precariamente- en Bruselas como ayudante de un eurodiputado de Forza Italia y que ha terminado, por ahora, en una heladería de Madrid, después de hacer un máster en inmigración y haber trabajado durante una temporada como cooperante en Chile.
Un libro, pues, muy recomendable para la reflexión y quizás también para el combate, porque, como decía un famoso chiste de cuando cayó la Unión Soviética, lo malo del comunismo es que todo lo que nos habían contado sobre él era mentira, pero lo peor del capitalismo es que todo lo que nos habían contado sobre él era verdad. Sobre algunas verdades estaba yo recapacitando en el patio del Colegio Menor de Santa Catalina -sede del Consejo de Estudiantes de la UAH- mientras asistía a la presentación. Primera verdad: a pesar de los pesares, cuanta más y mejor formación tengas, más posibilidades tendrás de conseguir un buen empleo. Segunda verdad: la lucha por la vida, la búsqueda de un camino que pueda hacerte feliz, sigue siendo tan difícil como ha sido siempre. Tercera verdad: no basta con tener buena formación, hay que jugársela y confiar en que la suerte lo acompañe a uno. Cuarta verdad: para triunfar -aunque vaya usted a saber en qué consiste el triunfo-no basta con la formación y la suerte; hace falta también el talento, y ese se tiene o no se tiene. Yo sería feliz si tuviera el talento necesario para gastar mi tiempo de prejubilado escribiendo una novela como "Conversación en la catedral", pero no lo tengo y por eso me dedico a estas gacetillas de lectores inciertos mientras vigilo que no se me pase el asado -para el que, ¡oh cielos!, tampoco estoy muy dotado-.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy ciertas las cuatro verdades que narra Santiago Legarda. En mi opinión las más reales son las dos últimas: saber jugársela y tener (o no tener) talento. El resto, incluida la formación, es accesoria. Una buena formáción es importante, pero si no eres capaz de dar el paso adecuado,si no quieres renunciar a la comodidad, lo demás no vale de nada.

Enhorabuena Santiago por esta página.

Un lector

Anónimo dijo...

muy bueno Santiago, me has hecho sonreir, que no es poco!!
al final tus lectores de aqui se van a alegrar de que te hayan prejubilado...