El mejor escribiente echa un borrón, decían hace muchos años los mayores en una versión laica del evangélico no juzguéis y no seréis juzgados. Sin embargo, el borrón que retrata la fotografía de la izquierda es de dimensiones enormes y culpas colectivas. Podríamos decir que se trata de un borrón recalcitrante. Porque alguien ha tenido que redactar el borrador, otros muchos -la asamblea de vecinos cabreados del barrio alcalaíno de La Garena- han tenido que darle el visto bueno, alguien ha tenido que trabajar con él en la imprenta o la fotocopiadora y, finalmente, algunos más lo han tenido en sus manos antes de distribuirlo por las calles de la ciudad donde nació Cervantes.
Los controles de calidad han fallado estrepitosamente a lo largo de todo el proceso de elaboración. Y esos fallos en cadena me parece a mí que son muy representativos de la descuidada relación que muchos ciudadanos mantienen con esa patria común que es el idioma. No hay más que ver cualquier canal de televisión para horrorizarse con los mensajes escritos que mandan los espectadores con sus teléfonos móviles.
La fotografía de abajo refleja otra falta mucho más leve desde el punto de vista técnico, pero mucho más grave desde el punto de vista social y político. Porque la responsabilidad de este segundo gazapo -esa clamorosa ausencia de la tilde en el frontispicio de la oficina donde se elaboran las estadísticas locales- corresponde nada menos que a la autoridad municipal de la ciudad donde nació Cervantes, ciudad que aspira a ser elegida capital europea de la cultura en años venideros.
Dicen que los romanos impusieron el latín sobre la base de no atender reclamación alguna que fuera presentada en otro idioma. Quizá debiera hacerse ahora lo mismo y dar por no presentada toda petición que no se ajuste a las normas de la lengua escrita. Dicen que en la universidad hay catedráticos de disciplinas diversas que se niegan a dar el aprobado a aquellos alumnos que entregan exámenes con faltas de ortografía. Quizá debiéramos promover un poderoso movimiento social de respaldo público a tan encomiable actitud.
En algún sitio tengo leído que la sintaxis y la ortografía son disciplinas del alma, herramientas imprescindibles para logar eso que suele llamarse a veces "una cabeza bien amueblada". Parece evidente que en la cabeza que no maneje con cierta soltura esas herramientas no reinará el orden cartesiano, sino el barullo.
No soy conocedor de las modernas técnicas pedagógicas y no sé si sería mucho pedir (a lo mejor es una barbaridad) que nuestros educandos, desde el primer día que pisan la escuela hasta el día en que la abandonan camino de los estudios superiores o del trabajo, sean sometidos a la dura rutina de un dictado diario. Digamos diez minutos, al cabo de los cuales los escolares tendrían que repetir en sus cuadernos -pongamos diez veces- las palabras mal escritas. Ahora que el Supremo acaba de dar luz verde a Educación para la ciudadanía, se me ocurre que ésta sería una de las asignaturas adecuadas para el dictado obligatorio. Como dijo Felipe González hace muchos años, tendríamos así "dos por el precio de uno": los chicos se irían familiarizando con los valores de la convivencia democrática al tiempo que adquirían un conocimiento de las reglas para el uso correcto del idioma. En caso de cansancio, podrían tomar el relevo los profesores de lengua y literatura.
Rescate, bancos, fortunas y calcetines
Hace 4 años
2 comentarios:
Amigo Santiago, ya metidos en harina, aún recuerdo un póster que mancilló las tapias alcalaínas en el que desde el Gobierno local se lanzaba un mensaje a los jóvenes de la localidad en el que se les decía "enrrollate". no recuerdo si con tilde o sin ella.
El cartel de marras dio la oportunidad al PP, (no sé si AP en aquel momento)en la oposición, de fustigar a la Concejala de Juventud por el error ortográfico, limitándose ésta a disculparse, ¿qué otra cosa podía hacer? Lo curioso es que el Alcalde-Presidente optó por justificar lo injustificable más allá de la propia disculpa, y de resulta de ello hizo todo un monumento al aforismo de "Antes mantenella que enmendalla".
Un cordial saludo
M.Sant Macía
A lo mejor, está bien escrito. Según la Real Academia, VASTA significa Dilatado, muy extendido o muy grande. El cabreo de los de La Garena puede ser, es, VASTO extenso, grande.
El que Cervantes naciera en Alcalá de Henares –como bien decía D. Marcelino- es circunstancial. Quiero decir que, independientemente de donde hayamos nacido cada uno, y de que en ese sitio haya nacido algún virtuoso, tenemos derecho –los que no hemos tenido la misma oportunidad de acceso a la cultura que los que escriben bien- a equivocarnos cuanto podamos.
Se ve claramente que el cartelito es muy casero, y el corrector de Word no distingue entre basto y vasto por lo tanto no avisa. Pero se entiende.
Yo digo: No mires mi dedo, mira a donde señala. Y señala hacia que en las ciudades no hay quien viva. Yo perdonaría, perdono, todas las faltas de ortografía del mundo, por una convivencia sin abusos por parte de esa juventud engreída, matona, perdida. Que alguien haga algo por favor...
"Ahí hay un hombre que dice ¡ay!"...
Martin Labrador
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