lunes, 2 de febrero de 2009

EN BUSCA DE LA LIQUIDEZ PERDIDA

El Presidente del Gobierno se reune de nuevo este lunes con los presidentes de las principales entidades financieras. Rodríguez Zapatero, según dijo en un mitin de la precampaña gallega, quiere pedirles que arrimen el hombro con más entusiasmo en la lucha contra la crisis económica, que presten más dinero a las familias y a las pequeñas y medianas empresas y que comprendan que "no es el momento de grandes beneficios". Esas son las intenciones del Jefe del Ejecutivo (y cabría esperar que les dijera también que no es el momento de adjudicarse a sí mismos los sueldos escandalosos a que acostumbran), pero seguro que el tono de la conversación en el Palacio de la Moncloa es bien distinto del tono que tuvieron sus palabras en el mitin de Lugo, 24 horas antes de la cita que comentamos.
Si yo creyera que Rodríguez Zapatero posee una mente maquiavélica -como le acusan sus enemigos- pensaría que está buscando una cabeza de turco sobre la que desviar las iras del público. Es verdad que los bancos y cajas han cerrado el grifo, pero también es cierto que sufren un fuerte aumento de la morosidad y están obligados a evitar que esa morosidad llegue a unos límites que pongan en peligro su solvencia. Y también es verdad que los ciudadanos en general piden menos créditos porque están dejando para más adelante las compras de bienes duraderos, dada la incertidumbre reinante.
En cuanto a las PYMES, yo creo que uno de los principales problemas que afrontan -además de la tacañería de los bancos para darles crédito- es la morosidad de las administraciones públicas a la hora de pagarles los pedidos o trabajos que les encargan. Es cosa habitual que los ayuntamientos tarden dos o tres años en abonar las facturas, lo cual constituye una forma de financiarse con cargo a la cuenta del proveedor correspondiente. Muchos pequeños y medianos empresarios se niegan a trabajar con las administraciones públicas después de haber sufrido con ellas una experiencia ruinosa.
El Gobierno aprobó el año pasado un plan de 8.000 millones de euros para obras públicas de urgencia en todos los municipios de España. Quizás ahora debería pactar otro plan con los bancos para conceder préstamos a las corporaciones locales. Un plan en el que debería intervenir la Federación Española de Municipios y Provincias y que permitiera reducir a seis meses como mucho el tiempo que transcurre desde que se entrega un pedido hasta que se cobra. Ese plan incrementaría notablemente la deuda de las corporaciones, que ya están al borde de la asfixia, pero tendría al menos dos aspectos positivos: de un lado, cabe suponer que los bancos serían menos remisos a prestar, puesto que tendrían garantizado el cobro de la deuda (salvo catástrofe hoy imprevisible); y de otro, aumentaría la liquidez general en manos del público y las PYMES dejarían de actuar como prestamistas de las administraciones, que al fin y al cabo no es lo suyo.

No hay comentarios: