domingo, 22 de febrero de 2009

EL JARAMA 72 AÑOS DESPUÉS

There`s a valley in Spain called Jarama. Así comienza el hermoso poema escrito por uno de los veteranos del Batallón Lincoln para recordar la gesta de los combatientes de las Brigadas Internacionales en una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil española. Esos versos, cantados al son de una de las más populares músicas del folklore americano, resonaron de nuevo en la mañana del sábado día 21 al pie del monumento erigido por el escultor Martín Chirino en una de las colinas que fueron escenario de aquellos sangrientos combates. Varios cientos de personas se habían dado cita allí para llevar a cabo la II Marcha en memoria de la Batalla del Jarama, de la que en este mes de febrero se han cumplido 72 años.
Este monumento a las Brigadas Internacionales se alza junto a la carretera M-302, unos cuatro kilómetros al oeste de Morata de Tajuña. Visto desde lejos, y según la perspectiva que se elija, parece un puño en alto, el saludo tradicional de los comunistas, pero en realidad son dos manos, una sobre otra, que parecen transmitirnos una actitud pensativa, como de recogimiento. Podrían ser las dos manos de alguien que está rezando. Fue inaugurado el 7 de octubre de 2006 y desde su base se domina un amplio paisaje de monte bajo, olivares y viñas. Avanzando unos 500 metros hacia el oeste, se llega a otra elevación en la que un sencillo mojón de piedras señala el lugar donde el poeta irlandés Charlie Donnelly cayó herido mortalmente. Los participantes en la marcha escucharon aquí la lectura de un poema de Donnelly titulado "La tolerancia de los cuervos".
Otro poco más hacia el oeste, junto a la cañada Galiana, está el cerro del Suicidio, cuyo nombre lo dice todo. Desde aquí se divisan, en la lejanía, los esbeltos rascacielos que le han dado un aire neoyorquino a la zona norte de la capital de España. Pero más cercanos, como emergiendo de las brumas del río, pueden verse los altos cortados junto a los que discurre el Jarama en su travesía del Parque Regional del Sureste. Menos de cien kilómetros río arriba, en los confines de las provincias de Madrid y Guadalajara, están los paisajes casi paradisíacos de los que hablábamos aquí hace algún tiempo como escenario ideal para iniciarse en los placeres del senderismo.
Estas lomas de intenso olor a romero y tomillo, donde las abejas se disponen para una intensa tarea primaveral, estos olivares bien cuidados, estas viñas plantadas y podadas según los más avanzados criterios de la productividad, fueron hace 72 años un infierno de fuego y muerte. Las tropas sublevadas trataban de cerrar la pinza sobre el Madrid republicano y las fuerzas de la XV Brigada lograron impedirlo. Es un capítulo de nuestra historia y los caminantes de este sábado pasado, bastante jóvenes la mayoría, pensaban que vale la pena recordarlo.

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