El sábado 24 de octubre se publicó en el diario EL PAIS una extraordinaria entrevista que le hizo Juan Cruz a Mario Vargas Llosa en su apartamento de Nueva York. Una conversación muy intensa, de escritor a escritor, de amigo a amigo, en la que el autor de Conversación en la Catedral reconoce cosas tan asombrosas como que no tiene un talento natural para escribir. "Me cuesta un trabajo enorme - le dice a su interlocutor -, cada vez me cuesta más, supongo que porque el sentido autocrítico se ha agudizado con los años; pero siempre me ha costado un esfuerzo enorme".
En la entrevista se aborda el cambio tan profundo que ha experimentado la vida privada del escritor después de emprender una nueva relación amorosa nada menos que con Isabel Preysler. A ella no se la cita por su nombre, pero es sin duda la gran responsable del estado de ánimo eufórico con que Vargas Llosa afronta su próximo octogésimo cumpleaños: "Creo que estoy llegando a los 80 años en un estado de vida realmente maravilloso, lleno de vitalidad, abierto al mundo, viviendo experiencias riquísimas que me rejuvenecen y que me dan una gran fuerza para hacer proyectos como si no hubiera límites". "Soy inmensamente feliz -prosigue el autor de La Casa Verde - porque es una experiencia que me ha enriquecido extraordinariamente y lo único que lamento es que la felicidad se consiga muchas veces causando infelicidad a tu alrededor".
Podríamos preguntarnos que "experiencias riquísimas" han llevado al escritor peruano a separarse de Patricia, la "primita de nariz respingona" que le hacía llorar cuando pronunció su discurso al recibir el Nobel de literatura. (Continuará)
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Hace 4 años
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