La elección de José Bono como Presidente del Congreso, les ha servido a los socialistas para enviar un mensaje al resto de los grupos: quieren llevar a cabo su proyecto con autonomía, sienten que los ciudadanos les han otorgado su confianza para ello, y no quieren depender de las exigencias que les planteen los minoritarios, singularmente los nacionalistas.
Este próximo martes a mediodía comienza el debate de investidura de un Rodríguez Zapatero que ofrecerá planes para hacer frente a la crisis económica que se anuncia, medidas para incrementar el gasto social y la inversión pública, para consolidar el estado del bienestar y distribuir un poco mejor la riqueza, y pactos de Estado en la lucha contra el terrorismo, la renovación del poder judicial, la política territorial y la política exterior. Y naturalmente, ofrecerá diálogo y negociación con todo el mundo, pero sin buscar a toda costa un pacto estable, cuyo coste podría ser excesivo.
Tal como se han puesto las cosas, y si el PNV no rectifica su incomprensible actitud en Mondragón, el único aliado posible para un pacto de legislatura es CIU. Ya dijimos aquí hace algunas fechas que Rodríguez Zapatero estaba un poco más cerca del fatídico listón de la mayoría absoluta, pero al mismo tiempo había visto reducirse drásticamente la nómina de sus posibles apoyos. Y, por otra parte, los nacionalistas catalanes, además de ser la oposición en el Parlament, plantean exigencias imposibles, como esa de las balanzas fiscales, que no es otra cosa que una trampa saducea para avanzar -ellos también- hacia una financiación privilegiada, como la que tiene el País Vasco. Me parece que tendremos que seguir hablando de balanzas fiscales en el próximo futuro, y más si el PSC, como parece, acaba asumiendo un planteamiento tan insolidario como ese.
El pasado día 1 de este mes, en la sesión constitutiva de las nuevas cámaras, los socialistas dieron un cierto ejemplo de generosidad, al ceder dos de los puestos que les correspondían en la Mesa del Congreso para dar entrada a CIU y PNV. Esta generosidad no fue suficiente, sin embargo, para evitarle a José Bono el "trago" de tener que pasar por una segunda votación. Y no sólo eso, sino que tuvo que conformarse con ser el Presidente del Congreso con menos votos en toda la historia de la democracia. Pero la consigna es, ya digo, proyecto propio y autonomía, de modo que los representantes del PSOE prefirieron esa soledad antes que seguir por el camino de las concesiones. Si esta orientación se mantiene a rajatabla, es casi seguro que Rodríguez Zapatero tendrá que pasar también por el mismo trance y esperar hasta la segunda votación para ser investido como Jefe del Gobierno.
LOS CASOS DE SORAYA Y PIZARRO
Dos cosas han llamado la atención dentro del Grupo Popular en este arranque de legislatura: de un lado, el nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría como portavoz y la labor de zapa que ha comenzado de inmediato contra ella; y de otro, la aparente marginación de Manuel Pizarro, el rutilante fichaje de los días previos a la campaña electoral.
Con Soraya -eficaz, obediente y fiel- Rajoy está demostrando con hechos lo que quería decir cuando afirmó que concurrirá con su propio equipo al próximo congreso nacional del partido en el mes de junio. Y a mí se me antojan muy injustas las aceradas críticas y descalificaciones que está sufriendo Sáenz de Santamaría por parte de los sectores más duros de la derecha mediática. Es obligado recordar el inteligente y brillante papel que desempeñó durante la pasada legislatura en la delicada negociación de los estatutos de autonomía. Creo que será una buena portavoz, aunque todavía no tenga los resabios ni la mala leche de los que se saben todas las triquiñuelas.
En cuanto a Pizarro, creo que es Rajoy el que no se está portando bien con él después de haber proclamado a bombo y platillo que era su hombre para dirigir la economía española. La política es implacable con los vencidos, y me temo que sus propios padrinos dentro del PP le están pasando ahora al ex-Presidente de Endesa una factura exorbitante por su derrota frente a Pedro Solbes. A medida que aumenta la perspectiva con que juzgamos aquel combate televisivo, aumenta más mi convicción de que a Pizarro le pasó lo mismo que le habría pasado a Urtaín -no sé si los lectores de Zulema Digital recuerdan a José Manuel Ibar, aquel levantador de piedras que fue llamado El Morrosco de Cestona- si en su primer combate le hubieran enfrentado a Cassius Clay.
LEGUINA PREPARA UNA NOVELA AUTOBIOGRÁFICA
Uno que ya no estará en la sesión de investidura es Joaquín Leguina, líder socialista de muy dilatada trayectoria, que fue presidente de la comisión de Defensa durante la pasada legislatura. Leguina es además un notable escritor y uno de mis "blogueros" favoritos, por sus atinados comentarios sobre los más variados aspectos de la actualidad. Tras su exclusión de las candidaturas socialistas, ha regresado -o cuando menos tenía intención de regresar- al Instituto Nacional de Estadística y a uno de sus refugios favoritos, que es la escritura.
Este sábado, día 5 de Abril, en Diario de Alcalá se publica un artículo suyo que es un adelanto, en exclusiva, de lo que será el arranque de su próxima novela autobiográfica, un libro que espera tener terminado en el transcurso de este año.Aquí va el primer párrafo de ese comienzo, con el que Leguina hace honor a su condición de estadístico:
Villaescusa es un valle y municipio cántabro que cuenta con una superficie de veintiocho kilómetros cuadrados. Colocado al suroeste de la bahía de Santander y a quince kilómetros de la capital, está integrado por cuatro pueblos: La Concha, Liaño, Obregón y Villanueva. La población del valle se mantuvo durante el siglo XX en torno a los tres mil habitantes.
Este es el comienzo del texto publicado por Leguina en Diario de Alcalá, con la declarada intención de suscitar la curiosidad de los lectores. Ojalá tenga éxito.
Rescate, bancos, fortunas y calcetines
Hace 4 años
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