El anuncio de que Eduardo Zaplana, ex-portavoz del PP en el Congreso, abandona la política activa para incorporarse al Consejo de Administración de Telefóncia, ha causado un pequeño terremoto en la Cámara Baja. El anuncio ha coincidido con una reunión que celebraba el Grupo Popular para aprobar los nombres de los diputados que ocuparán las presidencias de comisión que corresponden al grupo y las distintas portavocías. Coincidía también con la celebración del primer pleno ordinario de la legislatura, y de ahí las numerosas reacciones que se han producido en los pasillos frente a una noticia no exenta de aspectos muy polémicos.
Mariano Rajoy, preguntado por los informadores a la salida de la reunión de su grupo, se ha limitado a decir que "Eduardo Zaplana ha sido un extraordinario portavoz que ahora ha decidido pasar a un segundo plano; en el transcurso de la reunión le he dado las gracias y espero que siga colaborando con nosotros en la medida en que se lo permita su nueva responsabilidad". Quien verdaderamente ha puesto el dedo en la llaga ha sido el líder de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, al asegurar que "no me gustan estos túneles oscuros entre la política y las empresas públicas privatizadas, unos túneles oscuros que deberían dejar de existir en todo caso".
En un sentido muy similar se ha pronunciado Alfonso Guerra, el Presidente de la Comisión Constitucional: "Estas cosas se veían venir -ha subrayado Guerra- porque algunos dirigentes conservadores se toman esta dedicación a la actividad política como una forma de tener estatus o prestigio social; y cuando ven que su grupo no les coloca donde ellos creen que deben estar, pues toman el otro camino que tienen a su alcance, que es el camino de hacer dinero". Mucho más comedido y neutro en sus palabras ha sido el portavoz socialista, José Antonio Alonso, quien ha señalado que "hay que respetar esta decisión que toma un político veterano con una larga trayectoria y desearle que le vaya bien en esta nueva etapa de su vida".
¿No resulta un poco escandalosa esta estrecha relación entre la política y el dinero? ¿Qué méritos y qué conocimientos o capacidades objetivas puede aportar Eduardo Zaplana para este salto desde el escaño hasta el sillón en el Consejo de Administración? ¿No se debe ese salto al tantas veces denostado tráfico de influencias? ¿Están pagando los actuales responsables de Telefónica los favores políticos y económicos que en su día pudo hacerles el Gobierno al que pertenecía Eduardo Zaplana? La actual portavoz de los populares, Soraya Sáenz de Santamaría, colocada ante estas preguntas incómodas, ha preferido irse por el camino de los cuentos de hadas: "Zaplana va a desempeñar ahora una responsabilidad de alto nivel en el sector privado, y eso demuestra -ha dicho Sáenz de Santamaría- que la gente que milita en el PP está preparada para estos cometidos tan importantes, ya sea en el sector público o en el sector privado". En el aire ha quedado otra pregunta que persigue estos días a los dirigentes populares: ¿harán lo mismo Manuel Pizarro -el gran fichaje estrella que se quedó sin sitio en el equipo-, y Juan Costa, a quien Rajoy convenció para que se ocupara de coordinar la elaboración del programa electoral?
Rescate, bancos, fortunas y calcetines
Hace 4 años
1 comentario:
M.Sant Macía
Zaplana es de esos personajes a los que para tenerles simpatía hay que ser familar suyo, y aún así no sé , no sé.
A Zaplana siempre le ha acompañado la sospecha de que en política estaba para beneficio propio según una concersación telefónica, que siempre negó haber efectuado. No obstante su salto a la empresa privada y la forma en que lo ha llevado a cabo (casi por la gracia de Dios)definen al personaje y a sus valedores.
De Alfonso Guerra ya hablamos otro día.
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