Qué momento, el que fui a elegir, queridos convecinos de la "blogosfera", para expresar mi convencimiento sobre la superioridad de la renta variable frente a otras alternativas de ahorro. Ha pasado un mes, cuatro semanas que han estremecido al mundo, desde el domingo 7 de Septiembre, cuando yo aseguraba -con el Ibex35 marcando mínimos anuales- que era un buen momento para emprender un plan de ahorro a medio y largo plazo, con la renta variable como estandarte.
Quizá debiera incluirme en la nómina de los arrepentidos, porque desde entonces, como en una montaña rusa sin fin, hemos visto de todo: el pánico reflejado en el rostro de los operadores y los mandamases, la euforia al comprobar que el abismo abierto a nuestro pies no nos tragaba, bancos centenarios que se disuelven como un azucarillo, Gobiernos "saliendo al rescate" de entidades financieras como caballeros andantes de fuerte y valeroso brazo salvando doncellas de las garras de los enemigos, jefazos de la patronal pidiendo un paréntesis en la economía de mercado, ministros de economía asegurando que los ahorros no corren ningún peligro y sesudos analistas pronosticando que nada será igual después de estas semanas. Debiera incluirme, digo, entre los arrepentidos, pero no me incluyo porque sigo pensando lo mismo: puede que las cosas aún vayan a peor durante algún tiempo, pero si alguien quiere aprovechar las oportunidades de la renta variable es ahora cuando debe hacerlo y no cuando los precios vuelvan a estar por las nubes, si es que vuelven a las nubes, que yo creo que sí.
De hecho, y por sorprendente que pueda parecer, el balance para el Ibex35 en medio de tan fortísimas convulsiones es positivo. Cerró el viernes día 5 de Septiembre en los 11.139 puntos, mínimo anual en aquel momento, y ha cerrado el viernes día 3 de Octubre en los 11.418, casi trescientos puntos de ganancia, que significan un 2,44 por ciento más. Es decir, que un millón de euros invertido en una cesta de los valores del Ibex35 habría rendido 24.400 eurazos. La primera cuestión es quién tiene un millón de euros y la segunda es quién tiene el cuajo de jugárselo a la renta variable en estas circunstancias. Aquí sólo tengo una vía de escape, que no es otra que acogerme al chiste aquel que de niños nos contaban acerca de los curas: hijos míos, haced lo que yo os diga, pero no hagáis lo que yo haga.
Así que si no me incluyo entre los arrepentidos, tendré que incluirme entre los recalcitrantes, un ejército a cuyo frente yo creo que hay que situar a la muy atractiva Sarah Palin, quien no sólo cree que la guerra de Irak era un mandato de Dios, sino que además lo patriótico es decirle al Estado: "apártate del camino del sector privado". La aguerrida Palin decía esto apenas unas horas después de que el Parlamento de su país tuviera que aprobar una partida de 700.000 millones de dólares para ayudar al muy privado sector de la banca y evitar la madre de todas las catástrofes. Espero que no me consideréis un machista si digo que esta mujer surgida del frío o es una ignorante de tomo y lomo o una estúpida sin remedio.
Pero echémosle también un vistazo al ejército de los arrepentidos en cuyas huestes marcha gallardamente Josep Piqué, uno de los mejores portavoces que ha tenido el Gobierno de España. He aquí lo que decía el señor Piqué en las páginas salmón del diario EL PAÍS de este domingo: "...haciendo acto de contricción en mi fe liberal, creo que en España...algo podríamos pensar. ¿Por qué no hacer algo similar a lo que pretende el plan Bush entre la banca española y el ICO para adquirir activos dudosos, sanear balances y devolver la confianza?" Vaya, vaya con Piqué, y, para colmo, toma prestado de Marx el título de su comentario. ¿Pero no habíamos quedado en que la banca española podía presumir de balances saneados y de estar libre de toda contaminación causada por las "hipotecas locas"?
Os contaré una anécdota protagonizada por Piqué para que veáis que eso de "uno de los mejores portavoces" no lo digo a humo de pajas. Habíamos viajado a Moscú, donde José María Aznar, entre otras actividades, tenía apalabrada una entrevista con Boris Yeltsin. Pero el Presidente ruso, como sabéis, había decidido conservarse en vodka para la posteridad y ponía tal empeño en su determinación que a veces se le iba la mano y sus colaboradores no tenían más remedio que aligerarle la agenda. Esto fue lo que ocurrió con el proyectado encuentro en el Kremlin. Los funcionarios de Moncloa nos informaron de que los dos presidentes se habían limitado a una conversación por teléfono. Pero en esto llegó Piqué, nos reunió a todos los enviados especiales y nos dijo: "la entrevista entre los dos presidentes se ha producido, en efecto, pero hemos acordado un cambio de formato". No me digáis que esto no es ganarse el sueldo.
Rescate, bancos, fortunas y calcetines
Hace 4 años
1 comentario:
Moratinos hubiera dicho: Bulunga banga malabunga. Mientras Maria antonia Iglesias, aplaudiendo, diría... ¡asi se habla!
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