viernes, 21 de marzo de 2008

LOS RESULTADOS DEL 9-M Y LA GOBERNABILIDAD DE ESPAÑA

La gran victoria socialista del 9 de Marzo ha dejado en segundo plano un aspecto no destacado suficientemente, me parece, en los análisis posteriores: el nuevo Parlamento surgido de las urnas está un poco más escorado hacia la derecha. Además de ser un Parlamento menos plural, como consecuencia de la intensísima polarización del voto en PSOE yPP, está un poco más a la derecha que su antecesor. Y creo que esto tendrá consecuencias palpables a lo largo de la novena legislatura.
E
n el período 2004-2008, los diputados de izquierda en el Congreso eran 182 (164 socialistas, 8 de Esquerra, 5 de IU, 2 del Bloque Galego, 1 de Chunta Aragonesista, 1 de Nafarroa Bai y 1 de Eusko Alkartasuna). Los diputados adscritos al campo sociológico e ideológico de la derecha eran 168 ( 148 populares, 10 de Convergencia i Unión, 7 del Partido Nacionalista Vasco y 3 de Coalición Canaria). En el nuevo Congreso habrá 177 diputados de izquierda ( 169 PSOE, 3 ERC, 2 IU, 2 BNG y 1 NB ) por 172 de la derecha ( 154 PP, 10 CIU, 6 PNV y 2 CC ). Nos quedaría por clasificar a Rosa Díez, a quien podemos situar quizá en la derecha para unas cosas y en la izquierda para otras. Es decir, después de una jornada en la que las candidaturas del PSOE "fagocitaron" a las candidaturas de los que habían sido sus socios preferentes, nos encontramos conque la diferencia entre el bloque de la izquierda y el de la derecha, que era de 14 diputados en el período 2004-2008, se ha reducido a tan sólo 5 para el período 2008-2012.
En las Elecciones de hace cuatro años, el conjunto de las formaciones de izquierda cosecharon 13.412.000 votos, mientras que en los comicios del pasado día 9 han sumado 12.600.000, es decir, 800.000 votos menos para la suma de partidos de izquierda. Por el contrario, las formaciones de la derecha consiguieron 11.253.000 votos en 2004 y ahora han llegado a los 11.421.000, casi 170.000 votos más. La diferencia global de sufragios entre izquierda y derecha era de más de 2,1 millones hace cuatro años y ahora se ha reducido a poco más de 1,1 millones.
Este torbellino aritmético no puede ocultar que el PSOE ha ganado y que lo tiene un poco más fácil para gobernar en solitario. Pero, como decía al principio, ese presencia incrementada de la derecha tendrá consecuencias en la orientación de las políticas socioeconómicas, fiscales y presupuestarias. Y la razón es muy sencilla: el perfil de dichas políticas, tan decisivas para la vida cotidiana de la gente, no depende sólo de quién gobierna, sino de quién influye, y cómo influye, desde el Parlamento. No olvidemos que los proyectos de ley se aprueban en el Consejo de Ministros, pero luego tienen que matizarse, modularse y aprobarse en el Parlamento. Pongamos dos ejemplos: el Salario Mínimo Interprofesional y las centrales nucleares. Yo no sé si es bueno o malo para la economía que el SMI sea un poco más decente, pero sí sé que las presiones al Gobierno serán para que lo suba lo menos posible y retrase cuanto pueda esas subidas. Tampoco sé si lo que más nos conviene es cerrar o no las nucleares, pero estoy seguro de que ahora las presiones que recibirá el Gobierno no serán para que cumpla sus compromisos de cierre, sino para que prolongue cuanto pueda la vida de las centrales e incluso conceda autorización para abrir otras nuevas.
La más inmediata y más visible de las consecuencias del 9-M es que el Gobierno de ZP por un lado lo tiene más fácil porque está más cerca de la mayoría absoluta; pero, de otro lado, se le estrecha el campo de maniobra. Si en el período 2004-2008 ha podido gobernar escogiendo aliados, según los casos, por su derecha o por su izquierda, para los próximos cuatro años sólo puede mirar hacia su derecha, porque la mayoría que podría configurar con las formaciones de izquierda es demasiado precaria.
La primera piedra de toque va a ser el debate de Investidura. Es comprensible, por razones políticas y de imagen, que Rodríguez Zapatero quiera conseguir el visto bueno del Congreso en primera ronda, es decir, por mayoría absoluta. Es comprensible también que los partidos situados a su izquierda, después del batacazo, no estén preparados, ni política ni psicológicamente, para dar el sí. Y el precio que le van a pedir el PNV y CIU por ese sí vale su peso en oro. En estas condiciones, a lo mejor ZP debería pensarse la posibilidad de ser investido en segunda vuelta y sólo con los votos de su grupo, a fin de no reproducir y agravar uno de los problemas que estrangulan el funcionamiento de la democracia española: la excesiva dependencia del Gobierno central con respecto a los grupos nacionalistas.
Otro problema que pone en peligro el buen funcionamiento de las instituciones democráticas son las malas relaciones entre el Gobierno y el primer partido de la Oposición. Eso debería cambiar radicalmente en esta nueva etapa. Al Partido Popular y a Mariano Rajoy, desde la opinión pública y desde los medios de comunicación, hay que exigirles que se abstengan en la votación de Investidura. Rajoy aseguró tajantemente que, si ganaba, lo primero que haría sería llamar al PSOE para pedirles esa abstención. Por lo tanto, está obligado ahora, politica y moralmente, a hacer lo que pensaba solicitar a sus adversarios.
El pasado día 11, con motivo del homenaje a las víctimas de los atentados del 11 de marzo, Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy se vieron y casi ni se saludaron. No me parece un síntoma alentador, pero debemos conservar la esperanza de que, más allá de las inexistentes relaciones personales, la dialéctica entre el Gobierno y la Oposición se aleje de las tácticas obstruccionistas y esté presidida por la lealtad de fondo para afrontar las cuestiones de Estado. Facilitar la Investidura es una cuestión de Estado. Si el Grupo Popular decidiera no apearse del no, a Rodríguez Zapatero no le quedaría otra que echarse en brazos de los nacionalistas, como ya le ocurrió a Aznar en 1.996, cuando tuvo que someterse a un curso acelerado de catalán en la intimidad. Y si el arranque y la estabilidad futura del nuevo Gobierno dependen de las exigencias que vayan planteando CIU y PNV, entonces ya podemos asegurar una cosa cuando estamos a pocos días de estrenar la novena legislatura: no será un período del que podamos sentirnos orgullosos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

M.Sant Macía
Desde la aplicación de la aritmética pura, el análisis resulta impecable. El Parlamento en esta novena legislatura va a ser el de mayor pobreza representativa sobre todo por el lado de la izquierda pese a que sea el PSOE el que se siente en los bancos azules. Sucede no obstante que frente a esa realidad que los números reflejan con toda crudeza, existe también otra realidad que puede,en parte,atenuar la ausencia del sector situado a la izquierda del PSOE. ¿En qué consiste esta realidad?. Lo que a continuación voy a exponer sé que goza de poco predicamento entre los votantes del PSOE; y naturalmente menos aún entre los afiliados al mismo, independientmente del grado de responsabilidad que ostenten dentro del partido. Me erefiero que existe una diferencia sustancial entre ls gobiernos de Zapatero y de Felipe González pues mietras Zapatero es un hombre de Izquierdas, González si lo era, lo era de tal tibieza que siempre arracó más aplausos de los sectores de la derecha que de los de la izquierda. eso sin contar con algunos ministros cuya presenciaen un gobierno que se decía socialista era una contradicción incluso me atrevo a decir: una burla. lo que sgnificó que pese a una mayor presencia de grupos de izquieda en la cámara han tenido que pasar muchos años y que cambie la cúpula del PSOE par que leyes como la que autoriza el casamiento entre personas del mismo sexo, la Educación para la Ciudadanía o la de la Memoria Histórica, si bien estas dos últimas en un grado menor del que a muchos nos habría gustado, estén ahi.
Pero después de todo lo dicho, comparto el temor de que el Ejectivo para alcanzar la estabilidad necesaria busque los qpoyos, de grado o por fuerza del PNV o de CiU, ya que en realidad son los únicos que han quedado: y eso es lo triste.