miércoles, 29 de octubre de 2008

UN PASEO OTOÑAL POR EL VALLE DE LOS SUEÑOS



La Puebla de la Sierra, localidad diminuta con apenas unas decenas de vecinos, se encuentra en uno de los parajes más bellos y recónditos de la Comunidad de Madrid. Aunque los caminos han mejorado mucho en los últimos años, llegar hasta allí requiere un cierto esfuerzo de voluntad. El acceso principal arranca del kilómetro 76 de la Carretera de Burgos o Autovía A-I. A partir del desvío son más de treinta kilómetros de sinuosa carretera que además debe salvar las elevaciones de la Sierra del Rincón por el Puerto de la Puebla. Pero el esfuerzo merece la pena, y más en esta época de otoño, que los robles centenarios aprovechan para lucir sus mejores galas.
Los atractivos paisajísticos son sin duda alguna lo mejor que La Puebla puede ofrecer al viajero, pero en los últimos tiempos ese entorno natural privilegiado se ha visto enriquecido por una iniciativa cultural y ciudadana de gran importancia: un circuito de esculturas al aire libre al que sus impulsores han dado el poético y evocador nombre de Valle de los Sueños.
En total son hasta el momento 42 esculturas, donadas por una veintena larga de artistas. Entre ellos se encuentra Federico Eguía, pintor y escultor nacido en La Puebla y principal promotor de este encomiable proyecto. Del folleto turístico-cultural que entregan al viajero, destaco estas palabras:

"En este pueblo decimos que el viajero que viene a Puebla es porque se ha perdido, y la verdad es que no nos falta razón, porque llegar aquí es perderse en el silencio de la noche, en la tranquilidad de sus paisajes y por supuesto en la magia de sus rincones.
Esa magia es la que queremos expresar con el proyecto del Valle de los Sueños. No hay nada más mágico que el poder estar en un entorno como el valle de La Puebla, y a la vez poder disfrutar de la belleza y el enigma de unas esculturas a tu alrededor. En realidad lo que queremos es que vengas a este valle y sueñes".

La primera de las fotografías que acompañan a esta entrada está tomada en el área recreativa acondicionada a la salida del pueblo, entre el río y el camino de Robledillo. La segunda retrata una de las esculturas del recorrido, obra de Federico Eguía.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad es que a la vista (y leída) de este comentario dan ganas de acercarse hasta la Puebla, a pesar de los treinta kilómetros de carretera sinuosa. Habrá que plateárselo para antes de que empiece el invierno.
Muy bien Santiago, veo que tú no te limitas a la mera actualidad, sino que vas un poco más allá y buscas la vida "más allá del Periodismo". Hay vida después del trabajo.

Manuel de Ramón

Anónimo dijo...

¡¡Dios mío que horror!!

Santiago L. Legarda dijo...

Lo malo o lo bueno de Internet es que exige al parecer textos muy cortos, cuanto más cortos mejor para los internautas. Yo vengo de un tiempo muy anterior a la Red, y por eso tiendo a escribir parrafadas largas, cosa que ya me sucedía con las crónicas para los informativos de RNE.
Pero, a pesar de esas exigencias, al amable lector que se declara horrorizado no podemos aplicarle aquella máxima de Gracián según la cual "lo bueno, si breve, dos veces bueno". ¿Qué es lo que le horroriza? ¿La iniciativa de Eguía y sus amigos artistas? ¿La prosa de este humilde "bloguero"? ¿La mala factura de las fotos? ¿Las muchas curvas de la carretera? ¿La escultura concreta que se eligió para la foto? Sin abusar del tiempo ni del espacio, siempre se puede ofrecer algún detalle más.
Saludos cordiales a todos.

Anónimo dijo...

Su cinismo D. Santiago me ha hecho gracia: El 'arte de la tierra', una corriente que surgió en los 60 en Estados Unidos y que desgraciadamente también se ejercita con fuerza en Europa.
La humilde hierba, las plantas, las flores, son criaturas silenciosas que estimulan todos los sentidos, menos el oído. Por eso lo único que yo añadiría a los campos seria música de Vivaldi. Colocar esta… ¿mesita de tertulia? en un lugar tan bello me parece de una inmensa crueldad. Espero que algún día prohíban terminantemente estos atentados contra la naturaleza.
Chao
Alice

Anónimo dijo...

El lugar me parece ciertamente sugerente, es más, creo que no resistiré la tentación de ir a visitarlo.
Es verad que en el medio natural hay que intervenir lo menos posible, y de de hacerlo, mejor plantando algo que tenga raíces y hojas. "No toqueis la flor, que la flor es así". Es en cualquier caso materia sobre la que se puede opinar;se puede debair, pero puestos a ello, hágase cuidando las formas y sin caer en el insulto personal.

M. Sant Macía

Anónimo dijo...

La única que se siente insultada aquí; en su inteligencia y en su sensibilidad soy yo. Chao: me voy donde no se la cojan con papel de fumar.

Santiago L. Legarda dijo...

Bueno, Alice: creo que tu reacción es un poco exagerada. No tienes motivos para sentirte insultada. Yo sólo te pedía un poco más de detalle en tu comentario y no creo que Sant Macia, con su apelación genérica al debate sin insultos, quisiera meterse contigo.
Dicho esto, a lo mejor lo que sucede es que yo no fui capaz de reflejar adecuadamente en qué consiste esa iniciativa cultural en La Puebla de la Sierra. Y a lo mejor tú tendrías que hacer el esfuerzo de verla con tus propios ojos. Un saludo cordial.