No existe en España inauguración oficial de algo que no se adorne con lo que eufemísticamente llamamos "un vino español". Así que, dada la contrastada afición de los nacionales por los placeres de la buena mesa, era de cajón que el arranque oficial de la campaña para el 9-M tuviera como aperitivo las cosas de comer. Y de las cosas de comer, o sea, de la economía en todas sus vertientes, hablaron en Antena 3 Pedro Solbes y Manuel Pizarro. Una exquisita caballerosidad presidió el intercambio dialéctico entre el candidato socialista, que aspira a seguir al frente del Ministerio de Economía con liderazgo e ideas fuertes, y el candidato popular, que quiere sustituirle con el argumento de que el liderazgo, la confianza y la seguridad están en las manos del PP.
Se dice muy a menudo que, en materia de política económica, las habas están contadas, dados el modelo socioeconómico y el contexto internacional en que nos movemos. De modo que la coincidencia en los atuendos que les eligieron sus asesores venía a ser como la metáfora perfecta de la imposibilidad de aplicar recetas muy diferentes. Existe desde hace tiempo, entre los expertos en imagen, el convencimiento de que, para quedar bien en televisión, no hay nada como una adecuada combinación de tonos azules. Y con su adecuada combinación de tonos azules se presentaron en el plató Solbes y Pizarro, Pizarro y Solbes. Sólo las rayas de la corbata del número dos del PP por Madrid marcaron la diferencia, una pequeña diferencia.
¿Quién ganó el debate? Esta es la pregunta inevitable en encuentros de esta naturaleza. Yo tuve la impresión de que lo había ganado Solbes antes de que Matías Prats diera el resultado de una encuesta en la que el 47 por ciento de los espectadores de Antena 3 daban la victoria al socialista y el 37 por ciento al popular. El Vicepresidente del Gobierno se presentó armado con el bagaje de toda una vida al servicio de la Administración Pública y acorazado con el arsenal de datos que le habían preparado sus colaboradores. Quien tiene a su disposición todo el aparato del Ministerio cuenta de partida con toda la ventaja que supone jugar en casa. Pizarro se mostró como un aspirante correoso, combativo, pero un poco verde y un poco huérfano de datos. A veces dio la impresión de irse por los cerros de Úbeda, por ejemplo cuando propuso "no pagar a terroristas" para reducir el gasto público o cuándo le preguntó a Solbes "si apoya a la familia o apoya algún otro tipo de elementos alternativos". ¿ A qué demonios se refería Pizarro con eso de los elementos alternativos?
El debate se dividió en tres bloques: las grandes cifras, la economía familiar y las propuestas de futuro. Veinte minutos por bloque, con tres intervenciones por cada parte. Todo muy encorsetado y muy medido, según el pacto a que habían llegado los dos partidos. Para mí el momento culminante fue en el segundo bloque, cuando Solbes acusó a Pizarro de ser partidario de privatizar el sistema de pensiones. El hombre de Rajoy para Economía lo negó una y otra vez, lo negó tercamente, como buen aragonés que es, pero allí estaba Solbes enseñando triunfalmente a la cámara las declaraciones de hace 14 años, en las que su oponente se declaraba partidario de las pensiones privatizadas. Con las cosas de comer no se juega, señor Pizarro, parecía decir el Vicepresidente Económico cada vez que reclamaba rigor y seriedad en el tratamiento de los datos.
Pero quizá lo más relevante no es quién ganó o dejó de ganar el debate ( por cierto, fue muy aleccionador ver cómo los representantes de los periódicos que apoyan a la derecha se inclinaban en bloque por la victoria de Pizarro, mientras los que prefieren la victoria del PSOE proclamaban, igualmente en bloque, el triunfo de Solbes). Lo más relevante, lo que de verdad importa, es qué opción de las presentadas tiene más ciudadanos detrás una vez escuchados los argumentos. El PP cree más en el mercado libre y, en consecuencia, se compromete a bajar los Impuestos para que los ciudadanos tengan más dinero en sus bolsillos; el PSOE, por el contrario, promete más protección social y, en consecuencia, alega que los recortes impositivos de los populares pondrían en peligro la inversión pública y el gasto social. En defensa de la primera de esas opciones, Manuel Pizarro dijo que España no va bien, que somos los campeones europeos de la inflación, que se está destruyendo empleo y que el mayor riesgo para la situación económica actual es que siga el Gobierno socialista. Y en defensa de la segunda opción, Pedro Solbes dijo que tenemos tres millones más de personas trabajando, que no hay crisis sino que son los populares quienes la convocan, que las exportaciones españolas no han perdido cuota de mercado, que la renta per cápita se ha incrementado en cuatro mil euros y quien está mejor preparado para capear el temporal que ahora se anuncia es el PSOE y no el PP.
En algunos comentarios se ha dicho que fue un debate aburrido. A mí me pareció apasionante, porque durante algunos años me gané la vida haciendo información económica y disfruto mucho cada vez que veo a alguien manejando con solvencia y precisión las grandes cifras macroeconómicas. Además, el cara a cara tuvo un final muy divertido, cuando Matías Prats, con su fino sentido del humor, reconoció que "jamás un moderador tuvo menos trabajo que yo esta noche".
Rescate, bancos, fortunas y calcetines
Hace 4 años
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